En los últimos años la discusión acerca de las identidades y los derechos autonómicos ha adquirido mayor importancia gracias al desempeño de los grupos indios en la transformación política del país. Para el caso de las comunidades otomíes y chichimecas guanajuatenses, este activismo se encuentra afincado en relaciones previas. En particular las referidas a la definición del carácter regional de la Sierra Gorda, antes y después de la revolución mexicana, y al arraigo que lograron ahí las instituciones estatales mediante los grandes proyectos de la posrevolución.
La propuesta desarrollada en este libro es que el denso entramado cultural otomí, cuyo vértice es una cosmovisión escenificada mediante un elaborado sistema ritual, ha sido el ámbito comunitario para expresar, mediar y asumir la conflictividad generada por las transformaciones socioeconómicas. En esta dinámica, en la que la identidad indígena actualiza su sentido político, las historias locales expresadas lo mismo en narraciones particulares que en mitos y prácticas religiosas, han ocupado un lugar central.