El ingente tamaño de locomotoras y furgones, aunado a su estruendo, no impidió a nuestros abuelos vivir la aventura de viajar por el país en este medio de transporte. Algunos tuvimos la oportunidad de escuchar sus peripecias como usuarios, pero qué hay de la vida de quienes trabajaron para brindar y mantener ese servicio.
En nuestro estado, en el vecino municipio de Acámbaro, se dieron las condiciones para que se desarrollara una cultura ferrocarrilera. Así nos lo dejan saber las memorias aquí reunidas por Jesús Cervantes: la vida nómada de algunos, quienes con suerte tenían por casa un furgón; del milagro de salir ileso de los accidentes ocurridos en las vías o, por el contrario, de la orfandad de su familia. La época de bonanza aquí rememorada sustenta, también, las historias de nuestros abuelos, cuyos viajes fueron posibles gracias al ferrocarril y, por supuesto, a las personas que entregaron su vida por él.
Acompañado de un completo texto introductorio a cargo de Enrique Avilés, El riel de la memoria nos desvela esa otra parte de la historia, la desconocida, quizá por el carácter simbólico de la vías, al representar no sólo la idea de progreso, sino también los confines de los pueblos.
Amigos del Ferrocarril, Acámbaro A. C.