Guanajuato fue durante la segunda mitad del siglo XVIII el centro minero más importante del imperio en América; de ahí que su nombre se halle relacionado con la opulencia de la élites mineras. La fama y las riquezas que emanaron de este lugar han creado mitos a lo largo de más de dos siglos, que han hecho palidecer la importancia de los procesos políticos y económicos gestados a lo largo del siglo XVIII, y cuyo protagonistas, los criollos mineros y comerciantes, también ha sufrido con una imagen estereotipada, que los ha hecho aparecer como un grupo dedicado a la disipación y a la vida cortesana, cuando evidencia histórica los coloca como arriesgados empresarios que construyeron las bases para la integración económica entre la minería y agricultura, lo que permitió el crecimiento económico del Bajío durante la segunda mitad del siglo mencionado.
Guanajuato, minería, comercio y poder: Los criollos en el desarrollo económico y político del Guanajuato de las postrimerías del siglo xviii es un intento, modesto aún, de reescribir la historia del Bajio, que intenta conectar los avatares de este centro minero con el contexto virreinal e imperial. En esta obra se insinúan ya los efectos de la política reformista llevada a cabo por la monarquía borbónica desde la metrópoli, tanto en el plano económico como en el político, destacando, en el primero que la nueva burocracia imperial y los comerciantes peninsulares que llegaron a lo largo del siglo XVIII no desplazaron a los antiguos detentadores del poder, porque fueron asimilados por los grupos notables de la ciudad, integrándolos a sus familias; en el plano político se observa que las llamadas reformas borbónicas fueron un tanto selectivas y que en este distrito minero no cumplieron con su cometido de dislocar a las élites regionales, ya que se advierte una marcada empatía entre las élites mineras y comerciantes y las nuevas instituciones políticas implantadas por el reformismo borbónico.