Hasta el 7 de diciembre de 1941, la gente del Pequeño México en Silvia Illinois, se apartaba de casa muy rara vez. Sus puestos de trabajo, escuelas, amigos, tiendas, bares, iglesias y cementerios estaban, por necesidad, a corta distancia. Las familias eran grandes y pobres, y como la Gran Depresión acababa de golpearlos, solían gastar sus pocos dólares sólo en sus necesidades elementales. La gente vieja — aquellos que habían escapado hacía Estados Unidos en la Revolución Mexicana — vivía de manera muy parecida a como había vivido en México, hablando español, trabajando mucho y amando a sus hijos, a su iglesia y a sus vecinos. Aspiraban principalmente a sobrevivir, a alimentar y cobijar a sus hijos y tal vez a poder mandar algunos dólares a miembros de su familia en México. Sus hijos hablaban inglés y español, iban a la escuela y soñaban con ser americanos, pero veían muy pocas oportunidades hasta que los japoneses atacaron Pearl Harbor. En ese momento Estados Unidos los necesitaba, y los jóvenes de Pequeño México respondieron. Finalmente habían encontrado una forma de escapar del último escaño de la sociedad, en el que los suyos estaban atrapados desde tiempos inmemoriales.
Marc Wilson
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Traducción Moira Bailey