Casi 20 años del no ejercicio de la poesía compendian este libro. Absorto por completo en el dibujo de la montaña, y en la montaña, he olvidado que fui poeta. ¿No es ésta una sarta de ocurrencias poéticas? La miro con más humor que cariño y muchas pueden sonar prosaicas. Son asaltos, un pie que cruje a la mitad del bosque, marcas del fuete de las palabras, huesos huracanados; su sístole es salvaje. Tal fue su sitio. Nadie aspira a lo silvestre y queda indemne. ¿Qué mortal resiste las paganas siluetas de las yeguas contra la luna llena?