Sin la división en bloques de buenos y malos, sin un sentido claro de la vida, los personajes de Guerrero llegan a reconocer su orfandad como algo necesario, se saben solos y han dejado de buscar explicaciones que lo justifiquen o bien, reconocen con el descaro que sólo da el haber claudicado, la invalidez afectiva que los lleva a vivir, no de la manera en que quisieran hacerlo, sino sólo aquella en que a sí mismos se permiten.