En éste su primer relato extenso, Vicente Ruíz Martínez, si bien mantiene, respecto a su anterior producción cuentística, una continuidad evidente en la que el folclor, la idiosincrasia, el registro del habla popular y la descripción de las más arraigadas costumbres de lo típicamente mexicano siguen siendo marcos de referencia, también es cierto que en esta obra se aventura por nuevos derroteros narrativos que la aproximan a la novela corta y marcan un giro en su trayectoria. Su habilidad para contarnos historias, los colores con que las tiñe, su solvencia para caracterizar personalidades y espacios, nos hace recordar que la tradición de aquellos grandes narradores orales permanece aún viva a través del trabajo de escritores como Ruíz Martínez: antorcha generacional que es ese florido ámbito de la memoria en el que nos reconocemos compartiendo un mismo tiempo y una sola identidad colectiva
Aleqs Garrigóz