Efraín Huerta, quien perteneció a la generación de la revista literaria Taller, alcanzó prestigio nacional e internacional por su obra poética, razón por la cual fue distinguido con las Palmas Académicas del gobierno francés en 1945 y con el Premio Nacional de Artes en 1976. (Además, por su afición al dibujo, fue animador de los Cuadernos del Cocodrilo, lo que lo hizo merecer el mote de Cocodrilo)
Como un homenaje a este poeta –considerado por algunos el mejor de los años setenta–, en 1989 se instituyó, en su natal Silao de la Victoria, el concurso de poesía que lleva su nombre, el cual era a nivel estatal. Pero luego, tras del auge de las primeras cuatro celebraciones, el concurso tomó carácter nacional, organizado por el Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, el cual presenta los trabajos ganadores de los concursos V al IX: Cuaderno de repaso (V, 1993), Tribales puentes (VI, 1994), Debajo del trapecio (VII,
1995), Sed de sal (VIII, 1996) y El ángel ebrio (IX, 1997).