«Grande y dorado, amigos, es el odio.» Con este epígrafe de Eduardo Lizalde se abre el poemario con el que Diego José se ha hecho merecedor del XIV Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta.
Con una técnica altamente depurada, el autor nos atrae hacia los terrenos del desencanto, de la amargura, el desamor e incluso la ira, territorio sin embargo amable para el condenado, voz que anhela la confesión liberadora: «es lepra lo que el amor nos deja en las manos».