En Almas de lluvia Eliazar Velázquez comparte el sentido de pertenencia que todos los hombres desarrollamos, la conciencia de ser, de reconocernos a nosotros mismos como parte de un grupo. Nuestro espacio, nuestro tiempo y nuestra gente nos definen, se convierten en nuestra cara para mostrarnos al mundo; nos distinguen entre los demás, de los otros. Como albergue de testimonios sobre algunas prácticas culturales de la Sierra Gorda, Almas de lluvia ofrece un homenaje a las personas cuya memoria permitió que este libro fuese posible.