El sonido es la materia vital de dos mundos que son semejantes entre sí y que mantienen sus fronteras perfectamente señaladas: la música y el lenguaje oral. Sin embargo presentan un problema común: la fisicidad de su realización para ser expresados. Me refiero a su concreción en ondas sonoras. Y aquí estoy, precisamente en el ámbito que me interesa: los sonidos (lo fonético) despojado de contenidos conceptuales. Me inscribo, si se quiere ver así, en la línea de quienes han visto en el poema una cosa auditiva y visual, vaciada de conceptos, sin otra realidad que su ser. La escritura de un texto musical o literario contiene al signo e indica cómo ha de sonar. Presupone: un emisor y un receptor. A esos mundos solamente me he de referir, y si por alguna razón he de eludir al significado, lo haré sólo en beneficio de la sonoridad.